martes, 27 de septiembre de 2011

La inversión de roles: la venganza marsupial

M1 logró que abra los ojos. Se ve que toqué alguna fibra emotiva en él porque insistía en cuidarme y en invitarme a almorzar. En un acto de generosidad compartió su secreto milenario: un litro de agua y dos aspirinas. La experiencia hace al maestro, definitivamente. Un par de horas después logró sacarme de la cama, que me vista sola y que acepte su invitación.
Cuando le digo que estoy lista para salir, me mira y de un solo vistazo me dice "¿esa no es la ropa que tenías puesta ayer? ". Tengo que reconocer que su capacidad de apreciación me dejó helada. Normalmente no se da cuenta si tengo un vestido rojo o un jean, si me teñí de rubia, o si hace dos semanas uso las mismas calzas estampadas; pero esta vez con mirarme dos segundos se dio cuenta que había repetido el atuendo. Acorralada, no tuve más opción que reconocerlo, y en clave defensiva decir "era lo que estaba más cerca de la cama, ¿hay algún problema?". M1 sonrió, abrió la puerta y me llevó a comer.
Creo que pocas veces en mi vida fui tan mala compañía. Como saben M1 es un hombre de muy pocas palabras. Y cuando digo muy pocas quiero decir que hay poca gente que conoce su voz. Esa tarde se le dio por hablar como sin parar, y ametrallarme con preguntas sin sentido como "¿preferís una picada o una tabla de fiambres?". Yo miraba el horizonte y repetía "No quiero hablar". Cuando terminé de comer lo único que quería era teletransportarme a mi cama y dormir una semana. Aunque él ni siquiera había terminado su cerveza, le dije unas cinco veces que quería pagar e irme. Ni siquiera esperé a la camarera, fui a la caja, pagué y lo apuré otra vez. Como tardó más de dos milésimas de segundo, me ofendí y le dije que me iba a sola. Veinte metros me duró el desplante, hasta que me di cuenta que no traía mis llaves. Volví con cara de pollito mojado y le rogué que nos vayamos.
Al llegar a casa, llevó una manta al sofá y me dijo que duerma una siesta ahí, mientras él miraba una película. ¡Cuán ingenua fui, al creer en sus galanterías! M1 no tuvo mejor idea de poner un film repleto de escenas violentas, que solo duraba dos horas y media. Por supuesto que a los dos minutos el gentil caballero se durmió en el sofá y yo quedé hecha un ovillo que hacía las veces de almohada. Su siesta duró unas cinco horas. Sí, cinco horas, durante las cuales yo regué las plantas, colgué la ropa, preparé comida para un batallón y horneé galletas. Menos mal que la que tenía resaca era yo...!
Definitivamente, los marsupiales tienen una técnica especialmente desarrollada para colocarnos, una y otra vez, en nuestro rol. ¿Cuál será ese método secreto?

viernes, 23 de septiembre de 2011

La inversión de roles: una noche como marsupial

La vida social del marsupial es de lo más activa. Podríamos decir que en la última década sólo sufrió pequeñas variaciones. En vez de fútbol, ahora es ir a comer. En vez de salir de lunes a lunes, salen de jueves a domingo. Nada muy radical, teniendo en cuenta que los años pasan y las responsabilidades se acrecientan. La vida social de una domadora mengua a una velocidad inversamente proporcional. Aquellas noches eternas de fiesta en fiesta, de brillos labiales y salir con musculosa en invierno, mutaron a una seguidilla que va desde las rondas de mate hasta las sofisticadas meriendas con cookies, cup cakes y demás delicias que nadie sabe bien de qué se tratan. Pero si vamos a los hechos, cuando llega el sábado a la noche más de las dos o tres de la mañana, con furia, no llega. Diferente es el caso de los Marsupiales, que amanecen en manada con toda naturalidad, como si el efecto del alcohol y el humo les hubiera hecho olvidar que en algún lugar del mundo hay una domadora que los espera. Claro está que este tema siempre está lleno de escozores, planteos, discusiones y, por lo que me chusmearon, llegó a desencadenar rupturas. Al margen de todo este tipo de cuestiones, lo cierto es que un fin de semana decidí colgar el látigo y el traje de domadora y, con mi mejor look marsupial, me fui a romper la noche. Jueves de happy hour y cena afuera, el viernes del trabajo directo para un bar, del bar a cambiarme a casa y de casa a lo de un amigo, y el sábado fue la joya de la semana. Me puse los tacos que provocan vértigo, me eché las más finas galas encima y me fui con una amiga a un bar muy chic. Sólo puedo confesar que tomé hasta el hartazgo, que un muy atento caballero se ofreció a hacernos de remise en su lujoso coche hasta una fiesta llena de gente que se hace llamar "cool". Cuando M1 llegó a casa, encontró un bulto de maquillaje, brillos y aliento etílico. Al día siguiente, él se levantó temprano, lavó la ropa, ordenó la casa, y fue como el más amoroso del mundo a despertarme con un mate espumoso en la mano. Cuando abrí a medias un ojo, una resaca asesina invadió cada cédula de mi ser. Menos mal que M1 se encargó de sacarme los tacos, porque sino se los revoleaba por la cabeza! En ese preciso instante, cuando tenía enfrente a una persona que moría por aprovechar el sol del domingo conmigo, tuve una epifanía y entendí lo que siente M1 cada domingo por la mañana. Y él, habrá entendido lo que es ser una domadora? Continuará...

martes, 20 de septiembre de 2011

Situaciones. Parte II


Durante meses, cada vez que salía de la ducha la alfombra del baño estaba más mojada que la bañera. Obviamente algo perdía, algún caño se había roto, o mi cortina de baño fue carcomida en un lugar invisible. Lo hablé con M1, lo hablé con el casero (que es marsupial a medias), lo hablé con mi padre. Era peor que hablar con los de atención al cliente de Movistar!!! La respuesta era, indefectiblemente, “no te preocupes, que yo ni bien pueda lo arreglo”.
Meses pasaron y nada. Era evidente que mi padre me iba a ignorar, mientras que el casero me iba a poner en stand by hasta que la humedad filtre dos pisos y medio. Lo que no se es si los pies de M1 eran impermeables o solamente le daba exactamente lo mismo que haya un charco en el baño, en el que flotaba la alfombrita.
Cuando el olor a humedad empezó la conquista del resto de la casa, M1 le echó toda la culpa al casero. No estuvo solo, fue secundado por su Criadora, quien me acusó de ser la responsable de las relaciones diplomáticas con el casero, bajo excusa que M1 no tiene “don de gentes”, o sea, no puede hablar ni con un árbol.
Claro está que no me quedé impávida ante esta situación. Busqué el Google cuál era el problema y cuál era la solución. Fui a una ferretería vecina y aún con el riesgo de quedar como una Coty Nosiglia le pedí al buen hombre que atendía que me explique cómo arreglar la pérdida, y muy contenta me llevé una cinta de teflón. Ya instruida en el asunto cambié el coso de la ducha, limpié, desinfecté, controlé la incipiente plaga de hongos y, ya que estaba, arreglé el enchufe que colgaba a medias de la pared.
Feliz de la vida esperé que el mundo notara mis dotes de “manitas”. Esperaba reacciones de incredulidad, seguidas por la confirmación de que no se podía esperar nada menos de mi, que siempre fui tan hábil a la hora de resolver problemas acuáticos y, por qué no, uno que otro ramito de flores, ponele. El tiempo pasó y como una semana después M1 advirtió la diferencia. ¿Qué me dijo el buen señor? “Que bien, arreglaste la ducha. ¿Por qué no arreglás la lamparita del pasillo que hace meses que no anda?”.
Cuando le dije al casero que ya no iba a requerir sus servicios en ese tema, me dijo “¡seguro que era una pavada nena!”.
Mi papá, encantado, me regaló para mi cumpleaños un juego de destornilladores.
Definitivamente los estereotipos no son lo mío.

jueves, 15 de septiembre de 2011

La familia política marsupial

Mi marsupial y yo llevamos más de una década juntos. Él y su familia política ya somos casi una manada. Pero siempre hay una excepción que me recuerda que esa no es la regla. Una vez estábamos pasándola bomba un domingo y ring! sonó el timbre anunciando la llegada triunfal de la criadora de marsupiales reina, es decir, mi suegra. Entre charlas banales ella destila su veneno a través del comentario "fui al centro y me sorprendí, porque estaban todas vestidas como vos de putarraca". Mi reacción instintiva fue clavarle el cuchillo que usaba para cortar las verduras de la ensalada que estaba preparando, al grito de "Muere, zorra muere!". Después creí que lo correcto sería explicarle que la gente se dejó de vestir como ella en la década del sesenta. Pero entonces respiré hondo, dejé el cuchillo y le dije a M1 "¿la echas vos o lo hago yo?" a lo que él respondió "¿te parece para tanto?". Esa tarde la criadora se quedó, pero lo peor no fue la clara necesidad de M1 de contar con su mami forever and ever, sino la certeza que de una domadora a una criadora hay solo un paso.

martes, 13 de septiembre de 2011

Los marsupiales y los narcóticos. Parte I

Mi casa es un punto de reunión. La manada marsupial goza celebrando cualquier cosa en casa. Cumpleaños, despedidas, bienvenidas, una tarde de calor, que ya es viernes, que es sábado, que estamos en domingo o, por qué no, que no pasó nada. Cualquier motivo es bueno para tomar posesión de mi casa.
A tal punto llega la cosas que en la época del mundial fui desterrada de mi propio hogar. Lo curioso es que aún cuando yo no esté presente en la reunión, me doy cuenta con facilidad que la manada pasó por ahí. Se ve a la distancia una estela circular de vasos, botellas, colillas y todo tipo de pequeñas basuras muy dificiles de recolectar: tapitas de botellas intrincadamente masticados, etiquetas de la cerveza, restos de lo que fue en algún momento una papa frita entera. En ese momento dudo, ¿esto es producto de esas palomillas que cohabitan con nosotras? ¿o fue un grupo de aliens que tomó mi humilde morada cuando me fui a tomar algo con las chicas? Mientras limpio -porque como soy obse dificilmente puedo esperar a la mañana que M1 se levante y limpie a la velocidad de un caracol con resaca- pienso y re pienso ¿cómo hacen bruto circulo de mugre en tres horas? Y un día así cualquiera, paveando por la web encontré la respuesta:
Viernes 12 de agosto del 2011 | 15:16

Australia

Círculos en campos no eran de Ovnis, sino de canguros drogados

Las figuras en plantaciones de opio en la isla de Tasmania no tienen nada de extraterrestre: los marsupiales comen amapolas y, alucinados, saltan en círculos hasta quedarse dormidos.


Australia - Extraños círculos que aparecen en las plantaciones legales de opio de la isla de Tasmania se parecen a los que Mel Gibson encontraba en sus campos de maíz en la película “Señales“, pero finalmente no tienen origen extraterrestre.

Mucho más sencillo y sorprendente. Como ha informado la agencia Reuters, los culpables son pequeños canguros wallabíes que se cuelan en esos plantíos, se hartan de comer las alucinógenas amapolas y, fuertemente drogados, se lían a correr dando saltos en círculos. Al final, agotados, se quedan plácidamente dormidos en el suelo.

Australia produce la mitad de todo el opio legal consumido en el mundo para la elaboración de medicinas como la morfina, y otros calmantes opiáceos y drogas como la heroína.

La felicidad de estos accidentalmente drogados marsupiales se torna sin embargo en rabia para los agricultores, a los que los animales perjudican gravemente pisoteando sus cultivos.

Al no tratarse de signos de vida extraterrestre tienen fácil solucionar el problema. Deberán mejorar los vallados de esos campos. O al final los simpáticos canguros acabarán adictos a la sonrosada adormidera y los campos terminarán machacados.



Y claro! No hay otra explicación posible!!!

jueves, 8 de septiembre de 2011

Situaciones


Situación n° 1
Domadora: Vamos al súper? Ya no hay papel higiénico…
M1: bueno, vamos al chino, hay vino buenos y baratos.
D1: Pero hay que comprar muchas cosas, el chino es caro. ¿Por qué no vamos en auto al Coto?
M1: uh, no se. Hay que sacar el auto y después volver con todas las cosas. Me da fiaca…
D1: no hay papel higiénico!
M1: Bueno, compralo en el chino!!
No perdí más el tiempo luchando contra molinos de viento. Vamos al chino, sino me va a dar una infección urinaria. Compramos un montón de juguetes para el M1 (vino, nachos, queso, cerveza, etc), el bendito papel higiénico y cuatro cosas más. Digo cuatro de forma literal: fueron cuatro cosas más. Y claro, organizar la ida al súper debe ser algo muy complicado.
Situación n° 2
M1: Hoy no ceno en casa, voy jugar al fútbol.
D1: Qué bueno! Te hace bien correr. ¿Vas con el resto de la manada?
M1: Más o menos. Llamé a Pirulo, Mengano, Fulano, Cachito, Pepe y Esteotro, pero sólo podían dos. Así que llamé a mi amigo de la primaria, a otro pibe que conocí cuando trabajaba en Pilar hace cinco años y al pibe paraguayo del laburo.
D1: ¡Que pilas!
M1: Ah, y me voy yendo ahora porque paso a buscar a uno en Flores, de ahí voy a Núñez para buscar al otro y con los demás quedamos que los pasaba a buscar por la estación de servicio que está enfrente de la facultad de ingeniería, ahí en San Telmo.
D1: Pero dónde juegan!?
M1: En almagro…
Que cosa rara que son las ganas y la fiaca, no?

martes, 6 de septiembre de 2011

Y con Ud. la primer domadora...

Buenas tardes. Mi nombre es DB pero soy más conocida como Domadora. Hace algunos pocos, que parecen muchos, años estoy casada con un formidable especímen de marsupial americano, llamado a los fines de este blog Marsupial N° 1 o M1 (que según los dichos de su propia madre es tan bello, tan bello que no tiene nada que envidiarle a Jude Law). Tengo mucho más de 20 años y mucho menos que 40, y recién estoy empezando a darme cuenta que no sólo los niños, sino también los adolescentes me llaman "Señora". Hasta ahora no tengo descendencia porque, a todas luces, no estoy dispuesta a dejar mi rol de domadora para pasar a ser simplemente la bolsa que lleva dentro otro marsupial. Muy cobarde de mi parte, lo se, pero no creo estar preparada  para darle al mundo un buen hombre, y tengo miedo de seguir reproduciendo marsupiales por ahi. Mi idea en este blog no es otra que hacer catarsis, decir todas esas barbaridades que no puedo decir en el living de mi casa porque, aunque cueste mucho reconocerlo, amo a mi marsupial y sueño con que un día me lleve el desayuno a la cama con un ramo de flores gigante y todo sea de color de rosa. En fin...